¡Todos al escenario!
El Café de Paris Monte-Carlo es uno de esos lugares que pertenecen a todos sin perder nunca su aura. Desde 1868, es el balcón viviente de la Place du Casino. Una alternativa más accesible a la ostentación y el glamour del Casino y elHôtel de Paris Monte-Carlo: así es como François Blanc concibió la idea de lo que entonces se conocía como el Café Divan. Un teatro al aire libre al que la gente acude sin ningún motivo en particular, sólo para ver... o ser vistos. A menudo, la gente se queda más tiempo del previsto. Monegascos leales, artistas visitantes, jugadores discretos o familias de vacaciones: aquí, los mundos se codean, se miran, se encuentran. Ésta ha sido siempre la fuerza del lugar: ¡acoger sin distinción!
Cambiar sin borrar
Renovado en numerosas ocasiones, el Café de Paris Monte-Carlo experimentó una nueva transformación en 2022, sin sacrificar su identidad. Mientras que la fachada ha recuperado sus curvas originales, el restaurante ha adquirido una nueva altura, con dos niveles llenos de luz. En el interior, los cálidos paneles de madera, los mosaicos de terrazo, el mármol a cuadros y las vidrieras recuerdan a las brasseries parisinas y milanesas. Aquí y allá hay sutiles guiños a la Belle Époque, mientras que en la entrada, una monumental lámpara de araña encarna por sí sola el espíritu de este renacimiento: elegancia contemporánea orgullosa de su herencia.
Terrazas a la carta
En el Café de Paris Monte-Carlo, la experiencia es tanto exterior como interior. Situada al mismo nivel que la Place du Casino, la histórica "terraza de la limonada " sigue siendo el mirador privilegiado para observar el ballet monegasco. Arriba, en la prolongación del espacio gastronómico -la "Brasserie Chic"-, una terraza panorámica domina las palmeras y las fachadas de la Belle Époque en un marco apacible. Y del lado del jardín, otra terraza más íntima ofrece un ambiente más relajado y frondoso. Tres terrazas, tres mundos diferentes, más la azotea delAmazónico Monte-Carlo, un restaurante tropical de ambiente festivo.
En la mesa, tradición en movimiento
En el Café de Paris Monte-Carlo, el plato cuenta una historia de sabor y fidelidad. Crepe Suzette flambeada en la mesa -se dice que nació aquí bajo la atenta mirada de un futuro Rey de Inglaterra-, hígado de ternera con perejil, andouillette, tartar a cuchillo... los grandes clásicos de la brasserie francesa se dan cita aquí, con un toque mediterráneo. Bajo la dirección del chef Victor Marion, la carta evoluciona con las estaciones, combinando productos frescos, platos sabrosos y opciones más vegetales. Cada plato celebra un arte de vivir generoso y atento, siempre en movimiento.
En definitiva, el Café de Paris Monte-Carlo es un lugar animado y popular, en el sentido más noble de la palabra. Una brasserie íntimamente monegasca y abierta al mundo.